Publicación de los Ensayos de los Seminarios en el ISEN.

domenica 15 maggio 2011

“La Revolución Mexicana: Vasconcelos y la proyección cultural en Argentina”

SEMINARIO: IDEAS EN AMÉRICA LATINA SOBRE AMÉRICA LATINA. ALGUNAS CLAVES HISTÓRICAS PARA SU ACTUAL INTERPRETACIÓN.Dictado por la Dra. Patricia Funes a los becarios de 1°año del Instituto del Servicio Exterior de la Nación (ISEN) entre el 15 de marzo y el 26 de abril de 2011.


INTRODUCCIÓN



"Traigo la sincera amistad de México y

mis trescientos libros favoritos”


Alfonso Reyes

Toda revolución, por definición, implica la subversión de un orden preestablecido y la transformación de la organización política, económica y social de un determinado pueblo. Por lo general, al período de cambios violentos y drásticos, le sigue una etapa de consolidación de las nuevas estructuras, refundación de las instituciones y resignificación del pasado para legitimar el presente. Finalmente, el mayor o menor éxito de éstas políticas, determinará la perdurabilidad del nuevo régimen. En este sentido, la Revolución Mexicana no fue una excepción. Al contrario, constituye un claro ejemplo del desafío que implica la refundación de un nuevo Estado y la construcción y redefinición de la nacionalidad para sustentar y justificar el nuevo orden.

De hecho, una vez superado el período de violencia y enfrentamientos, en los años veinte, se lleva a cabo un amplio programa para, en palabras de la Profesora Funes, armar un patrón cultural alternativo al del siglo XIX. En este punto, es preciso resaltar que la Revolución Mexicana no sólo alteró las condiciones de vida de los mexicanos, sino que intentó cambiar también la situación de postración cultural y moral en que se encontraban las masas (Delgado Larios, 1991: 248).

En el presente trabajo, repasamos brevemente la amplia reforma cultural y educativa a cargo de José Vasconcelos, para detenernos en el análisis de uno de los aspectos de ese programa: la creación de embajadas culturales y la difusión de una imagen positiva de México a cargo de sus intelectuales más destacados. Fundamentalmente, buscamos examinar cómo se tradujo esta política de proyección cultural en Argentina; y cuáles fueron los rasgos distintivos y los alcances de las relaciones argentino-mexicanas en este período.


PERÍODO DE INSTITUCIONALIZACIÓN

Una vez finalizada la etapa de violencia y enfrentamientos, con la sanción de la Constitución de 1917 como hecho simbólico; se podría sostener que la Revolución Mexicana entra en una fase tanto de institucionalización de las transformaciones, como de proyección de sus logros en el continente. Institucionalización que se profundiza, durante el gobierno de Álvaro Obregón (1920-1924), con la creación de la Secretaría de Educación bajo la dirección de Vasconcelos y la profunda reforma cultural que se llevó a cabo en estos años.

Como consecuencia de la Segunda Guerra Mundial, la fe de América Latina en los países del viejo continente en tanto referentes, se debilita. Los latinoamericanos, con los revolucionarios mexicanos a la vanguardia, comienzan a pensar y plantear sus propios modelos alternativos. En efecto, frente a la orfandad de paradigmas que puso al descubierto la guerra europea, la experiencia mexicana, en la era de Vasconcelos, emergió como un modelo de reconstrucción política y cultural. […] el caso mexicano abría espacios para discutir, comparar y sobre todo imaginar una América Latina distinta (Yankelevich, 2005: 1-2).

Con el fin de evitar la imitación y fomentar una forma propia de pensar lo latinoamericano, desde 1921 Vasconcelos impulsa un tipo de nacionalismo cultural mexicano, el cual se [proyecta] en una verdadera escuela de irradiación continental (Ocampo López, 2005:142). Es más, con los intelectuales y artistas más destacados del país al servicio de la Revolución, la década del veinte es testigo de una profunda reconstrucción de la nacionalidad mexicana, cuya promoción continental se transforma en política de Estado.

En el ámbito doméstico, el objetivo principal de la reforma educativa de Vasconcelos era reducir el analfabetismo, incorporar a la gran masa de campesinos y obreros al proyecto revolucionario; y familiarizarlos con sus logros y conquistas. Para lograr su propósito, el Secretario de Educación Pública de Obregón se vale del maestro, el mural y el libro. En primer lugar, miles de maestros misioneros fueron enviadas a todo el país para alfabetizar a través de las misiones culturales. Asimismo, mientras daba sus frutos la política de alfabetización a largo plazo, Vaconcelos fomentó el trabajo de los muralistas, artistas que recubrieron y animaron las paredes de los edificios públicos con el objetivo de mostrar y promocionar la Revolución de una manera inmediata a la gran mayoría de la población. Diego Rivera, David Siqueiros y José Clemente Orozco, entre otros; buscaban informar y educar a través de murales masivos en los que idealizaban el pasado pre-hispánico, [...] fomentaban el resentimiento hacia los conquistadores españoles o los capitalistas yankees y realzaban a líderes populares como Zapata (Skidmore, 2005:269). Finalmente, Vasconcelos alentó la producción editorial y la distribución de libros y revistas en todo el país.



PROYECCIÓN CULTURAL EN ARGENTINA

En el ámbito externo, la reforma de Vasconcelos se complementa con la proyección continental de una una imagen positiva de la Revolución Mexicana y con una mayor profundización de los vínculos con los países de América Latina. Esta vocación claramente latinoamericanista, se desprende del convencimiento de Vasconcelos de que, por ser hijos de la misma cultura, los países iberoamericanos debían cooperar y forjarse un destino común (Milá, 2009). Con ese objetivo, envió embajadores culturales a los principales países del continente y puso a los intelectuales al servicio de su política cultural.

¿Cómo se tradujo la política de proyección cultural de Vasconcelos en Argentina? ¿Cuáles fueron, en consecuencia, los rasgos distintivos y los alcances de las relaciones argentino-mexicanas en este período?

A principios del siglo XX, las relaciones diplomáticas entre Argentina y México se basaban en cuestiones meramente protocolares y el rasgo característico era el mutuo desconocimiento. Sin embargo, con el estallido de la Revolución Mexicana, esa percepción de lejanía se desvanece y el intercambio comienza a intensificarse. Fundamentalmente, como consecuencia de una mayor convergencia en la orientación de la política exterior de ambos países que comenzaron a priorizar las relaciones entre los Estados iberoamericanos. Convergencia que se fundaban, más allá de las ideas de solidariedad latinoamericana, en la necesidad del Estado revolucionario de México y de la Argentina de Yrigoyen, de romper el aislamiento internacional de posguerra y contar con el reconocimiento y el apoyo de los países de la región.

Para Zuleta Miranda, el caso de Argentina y México en este período, ejemplifica claramente el debate que se daba entonces entre los países de América Latina sobre cómo intensificar el intercambio, propiciar el conocimiento y acortar las distancias entre ellos. Básicamente, los países se preguntaban si debían


[Fomentar], en primer lugar, el comercio bilateral como motor de acercamiento, o por el contrario, [propiciar] un acercamiento político que precediera al mercantil, que desde entonces se convertiría en la culminación de un movimiento iniciado más voluntariamente que por la fuerza de los mercados (Zuleta Miranda,1996: 870).


En este sentido, se puede afirmar que desde inicios de la década del veinte, México resuelve el debate subordinando el comercio a la persecusión de objetivos políticos a través de la intensificación de vínculos culturales y el uso de lo que hoy llamaríamos diplomacia cultural. De hecho, según Pablo Yankelevich, poetas y poesía sirvieron de auténtica plataforma para lanzar proyectos políticos y comerciales.Y en consecuencia, la diplomacia de las letras tuvo la enorme ventaja de dotar de credibilidad a buena parte de las informaciones mexicanas sobre los sucesos y proyectos nacionales (Yankelevich,2007:92-93).

Por su importancia estratégica, el gobierno Mexicano envió a Buenos Aires a sus intelectuales y artistas más destacados a fin de acercar culturalmente a ambos países y modificar la visión negativa que se había difundido sobre la Revolución. Uno de los primeros representantes culturales en Buenos Aires fue Isidro, quien reconociera como su principal objetivo el de "desvanecer los errores y prejuicios que se han formado respecto a los orígenes, procedimientos y tendencias de las Revolución mexicana. Asimismo, Amado Nervo – gran poeta y prosista modernista- reemplazaría a Fabela. Al ser recibido con gran entusiasmo en los círculos político-intelectuales de Buenos Aires, confesó que su intención era "crear [...] lenta pero seguramente, un ambiente de franca aproximación a México" (Yankelevich,2007:86, 92-93).

En 1922, José Vasconcelos visita Argentina y es recibido en la Unión Latinoamericana. El discurso de bienvenida, a cargo de Joisé Ingenieros y colmado de elogios, resulta trascendental porque evidencia el resultado positivo de una campaña propagandística[...] que finalmente condujo a la constitución de la más significativa imagen que de la Revolución Mexicana quedó instalada en la conciencia intelectual de América Latina (Yankelevich, 2005:7-8). Finalmente, la designación de Alfonso Reyes en 1927, primer embajador mexicano en argentina1, refuerza la opción de México por el acercamiento y la intensificación de los intercambios a través de una incipiente diplomacia cultural.

Ahora bien, ¿Qué resultados tuvo esta visión de las relaciones interamericanas [...] que intentaban establecer nuevos vínculos entre sus países, con miras a un mejor conocimiento de las propias identidades culturales? (Zuleta Miranda, 1996:870).

Desde el punto de vista estrictamente económico-comercial, a pesar de los múltiples intentos de los representantes diplomáticos para prescindir del transporte y de la intermediación de terceros países; no se logró establecer una vía marítima directa, ni incrementar, en consecuencia, el volumen de intercambio comercial.

No obstante esto, las redes de solidariedad intelectual trascendieron los espacios culturales y se hicieron presentes en los foros internacionales. En este punto, basta recordar la propuesta argentina durante la Quinta Conferencia Panamericana en 1923 de la que México había sido excluido consecuencia de la suspensión de las relaciones políticas con Washington desde 1920para modificar el estatuto de la Organización, justamente, con el objetivo evitar en un futuro la suspensión de un país latinoamericano por la ruptura diplomática con Estados Unidos (Yakelevich,2007:96-97).

A fines de los años veinte, el interés argentino en relaciones bilaterales va perdiendo fuerza, principalmente por la falta de motivación de los representantes nacionales en México. Finalmente, el período de convergencias y fluído intercambio cultural se cierra definitivamente en 1930 con el golpe de Estado a Yrigoyen y el consecuente cambio de posicionamiento en política exterior.



CONCLUSION

En definitiva, más allá de los escasos resultados comerciales; el balance de las relaciones entre Argentina y México en el período estudiado, debería considerarse positivo. La proyección cultural de la Revolución Mexicana sobre el continente tuvo los efectos esperados al mejorar la imagen del país en la región e intensificar los intercambios culturales.

Ahora bien, a partir de esta breve reseña de la política de proyección cultural de México sobre Argentina en los años veinte del siglo pasado; podemos percibir claramente la trascendencia del debate tan vigente como entonces sobre la necesidad o no de fomentar el intercambio cultural en las relaciones internacionales. Actualmente, la discusión se refleja, de manera particular, en las diferentes concepciones que subyacen e impulsan los múltiples procesos de Integración Regional en nuestro continente.

En líneas generales, la idea más difundida de integración regional es la de un fenómeno meramente económico con fines exclusivamente comerciales. En este sentido, el MERCOSUR nace como un proyecto con estas característicaso. Sin embargo, en los últimos años, se ha comenzado a reconocer la necesidad de educar para la integración y a rescatar la importancia de fomentar el intercambio cultural. En este punto, es preciso reconocer la voluntad política y los esfuerzos de integración suramericana en el seno de la UNASUR, cuyo sustento ideológico supera la visión economicista de la integración y apunta a una convergencia más amplia.

Después de todo, no existe mercado sin sociedad,no existe intercambio sin individuos; y no puede existir integración sin el mutuo conocimiento en la diversidad, pues la integración supone, por definición, unir lo diverso. En consecuencia, es indispensable contar con una política educativa de base regional que tienda al reconocimiento y aceptación de los países que buscan integrarse.





















BIBLIOGRAFÍA


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1La elevación al rango de embajadas de las legaciones de ambas naciones fue el producto de un largo esfuerzo, donde los gobernantes de México pusieron algo más que su personal empeño.(Yankelevich, 2007: 84)

“Réplicas del sismo tercermundista católico de los años sesenta-setenta”

[Evaluación del SEMINARIO "INTELECTUALES Y VIOLENCIA POLÍTICA", dictado por el Dr. Pablo Ponza a los becarios de 1°año del ISEN entre el 14 de marzo y el 25 de abril de 2011. Fecha de entrega: 9 de mayo de 2011]



Estoy dispuesto a que me maten,

pero no a matar”


Padre Mugica




El objeto de reflexión y debate del Seminario fue, precisamente, el contexto de producción de violencia política y el papel jugado por los intelectuales argentinos en el período que se inicia con el derrocamiento de Juan Domingo Perón en 1955 y el fin de la proscripción del Peronismo en 1973. En palabras del profesor Pablo Ponza, la característica distintiva del momento histórico estudiado es la ilegitimidad de los gobiernos que se sucedieron, consecuencia de la proscripción del Partido Peronista, principal fuerza del país. De hecho, Ponza argumenta que esta situación no sólo generó una creciente espiral de radicalización y violencia en los ámbitos políticos y una profunda politización del mundo de la cultura; sino que también se convirtió en el conflicto central de la época (2008: 2).

Al estudiar este contexto nacional profundamente convulsionado, Ponza presta especial atención a la decisiva influencia de ciertos hechos internacionales como el Concilio Vaticano II o la Revolución Cubanasobre el curso de los acontecimientos en la Argentina y en el imaginario de sus protagonistas (2007:15). Siguiendo esta línea de argumentación, en el presente trabajo, nos centraremos en la influencia que tuvo el Concilio en nuestro país y, específicamente, en el surgimiento del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo (MSTM)1.

El MSTM, expresión concreta de la vorágine de ideas, ideales e ideologías que marcaron los años sesenta y setenta en el mundo; impactó fuertemente en la visión de la sociedad, la concepción de justicia y la relación con la Iglesia de muchos católicos argentinos que protagonizaron o acompañaron la transformación social de entonces. De hecho, y a pesar de durar pocos años, las repercusiones de algunas de las ideas enarboladas por los curas tercermundistas perduraron en el tiempo y, muchas de ellas, llegan hasta nuestros días. En palabras de Elías Musse2, protagonista y testigo del período analizado, el MSTM tuvo una vida efímera, pero impactante.

El presente trabajo retoma y comparte los argumentos expuestos en el Seminario sobre el contexto en el que surge el MSTM y las razones de su conformación. A partir de los mismos, se profundiza el análisis de dos principios rectores del mencionado movimiento: la opción por los pobres y la idea de violencia justa. Finalmente, se expone brevemente cómo estos principios fueron reformulados y relativizados en el período inmediatamente posterior, para preguntarse si se podría sostener que aún hoy se registran, en el seno de la Iglesia católica argentina, réplicas del sismo tercermundista católico de los sesenta-setenta.


I. El CONCILIO VATICANO II Y EL MSTM



El Concilio Vaticano II (1962-1965), convocado por el Papa Juan XXIII para aggiornar la Iglesia católica y ponerla en sintonía con los nuevos tiempos; tuvo consecuencias que desbordaron el ámbito estrictamente religioso para afectar la cosmovisión y el posicionamiento político de millones de personas en el planeta, incluso hasta la actualidad (Ponza, 2008:3). El impacto fue tan amplio y las interpretaciones del Concilio tan heterogéneas que, aunque las primeras reacciones fueron en su gran mayoría favorables; a medida que el entusiasmo por el cambio se difundía, los grupos conservadores católicos empezaron a temer que las reformas hubieran sido demasiado radicales. (Urquiza, 2006: 2-3). Entre las múltiples relecturas postconciliares y las diferentes posiciones en el seno de la Iglesia católica; nos centraremos en las interpretaciones que se realizaron desde los episcopados latinoamericanos y el argentino, en particular, por revestir especial interés para el objeto del presente artículo.

¿Cuál fue la relación entre las reflexiones y los cambios propuestos en el Concilio y el surgimiento de un movimiento renovador, fuertemente cuestionador del sistema, en un clero como el argentino, que nunca se preció de avanzado (Wornat, 2002: 60)? ¿Cuáles fueron las causas internas que hicieron temblar los cimientos y las estructuras del la Iglesia católica en esos años?

La relación entre el Concilio Vaticano y la conformación del MSTM se puede rastrear a través de una serie de documentos y reuniones que van configurando una lectura latinoamericana de las reflexiones conciliares. El primero de estos documentos fue el Manifiesto de los 18 Obispos del Tercer Mundo que proponía una serie de principios para adaptar los postulados de la encíclica Populorum Progressio de Pablo VI a los países de Asia, África y América Latina. Estos obispos, adherían al mensaje del Papa que denunciaba la desigualdad, la codicia, el racismo y el egoísmo de las naciones ricas (WORNAT, 2002:66); y rechazaban la violencia, en consonancia con Pablo VI, salvo en ocasiones extremas:


Es cierto que hay situaciones cuya injusticia clama al cielo. [...] y es grande la tentación de rechazar con la violencia tan grandes injurias contra la dignidad humana. Sin embargo, ya se sabe: la insurrección revolucionaria - salvo en caso de tiranía evidente y prolongada [...]; engendra nuevas injusticias, introduce nuevos desequilibrios y provoca nuevas ruinas. No se puede combatir un mal real al precio de un mal mayor (Populorum Progressio, 1967).


No obstante las coincidencias, en el Manifiesto los Obispos sostenían que el verdadero socialismo es el cristianismo integralmente vivido, en el justo reparto de los bienes y la igualdad fundamental; y definen como deber de todo cristiano mostrar que éste es una forma de vida social mejor adaptada a nuestro tiempo y más conforme con el espíritu del Evangelio (Manifiesto, 1967).

Esta proclama fue recibida por algunos sacerdotes argentinos, quienes –al identificarse con las ideas del Manifiesto – decidieron traducirlo y hacerlo llegar a la mayor cantidad de Parroquias posible. El Padre Miguel Ramondetti recuerda cuán identificados se sintieron con esas ideas de de encumbrados hombres de la Iglesia que reafirmaban y respaldaban nuestra posición minoritaria dentro de la de Argentina (en Wornat, 2002:63) y cómo rápidamente comenzaron a adherirse gran parte de los sacerdotes argentinos a los que hicieron llegar dicho documento.

Asimismo, la conferencia realizada en 1968 por el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) en Medellín en 1968 marcó un momento fundamental para la definición del grupo de sacerdotes que habían adherido al Manifiesto. Medellín tenía como objetivo traducir las reflexiones postconciliares a la realidad latinoamericana y lo hizo, básicamente, reforzando la opción por los pobres y la liberación del hombre. Medellín continua la línea del Concilio Vaticano II y de Populorum Progressio criticando el sistema capitalista tal como se practica en América Latina; aunque sin comulgar con las decisiones políticas del Manifiesto de los 18 Obispos, donde se propinía el cristianismo como “verdadero socialismo (Mangione, 2001:18).

En este contexto de reflexión, renovación y resignificación surge, como tantos otros movimientos tercermundistas católicos en nuestro continente, el MSTM. De esta manera, el surgimiento de estos movimientos cierra, en palabras de Olga Wornat, una gran paradoja: América latina, la gran ausente en la elaboración de la problemática conciliar, asumió un papel de compromiso en su concreción. [...] La consigna clave que en el antiguo continente era el aggiornamiento, fue planteada por los países del sur como revolución (2002:75).



II. OPCIÓN POR LOS POBRES Y VIOLENCIA JUSTA


La preocupación fundamental de los sacerdotes tercermundistas era la pobreza y sus efectos destructivos, la injusticia social y la desigualdad económica. El MSTM agrupó a alrededor de 450 sacedotes, apróximadamente el 9% del clero argentino. A pesar de ser un movimiento efímero (1967-1974) y exclusivamente clerical; tuvo un fuerte impacto en la sociedad argentina. De hecho,


trascendió los ámbitos intelectuales de formación católica, o de las parroquias, y su presencia fue muy importante en ambientes populares como barrios, villas de emergencias, fábricas y sindicatos, al mismo tiempo que actuaban como asesores de los estudiantes secundarios y universitarios que pertenecían a las ramas especializadas de la Acción Católica[...]Se desempeñaron, también, como coordinadores de grupos de reflexión y prácticas pastorales existentes en diversos ámbitos donde participaban laicos y religiosas. (Touris, 2010: 132).



La misión era clara, buscaban la liberación de los pobres a través de la revolución social, una revolución social que asentaba sus consignas en conceptos de lucha de clase inspirados en el marxismo (Ponza, 2007: 284). Sin embargo, en el seno del movimiento no había consenso respecto a los medios para alcanzar la transformación ni al grado de compromiso que debían asumir: ¿Cuál era el límite de ese compromiso?¿Hasta qué punto estaban dispuestos a involucrarse en proyectos políticos? ¿Debían involucrarse en política?¿Cuáles eran los medios para superar las condiciones de pobreza, opresión y violencia institucionaliza?¿Existía una forma de legitimar la violencia?¿Qué implicaba la violencia justa?. Conscientes del agotamiento del sistema capitalista y en busca de una sociedad más equitativa; consideraban que lo mejor que uno podía hacer era dar la vida por su hermano, de esa manera se instalaba en la militancia y en la lucha armada. Por tal motivo, muchos sacerdotes del MSTM reconocían y respetaban a las organizaciones especiales, o sea a las guerrilleras, porque en definitiva ellos eran los que llevaban la lucha hasta las últimas consecuencias (Wornat, 2002:92-03)

En líneas generales, no había acuerdo sobre el uso y la legitimidad de la violencia. De hecho, en el conjunto de curas enrolados en el MSTM es posible ver una gradación de posturas que van de la radicalización hasta la moderación de sus concepciones. Si bien existieron algunas excepciones, la mayoría de los sacerdotes solamente identificaba la acción pastoral con la política (Urquiza,2006:7-9).

El Padre Elías Musse, relata en una entrevista reciente, hasta qué punto el debate sobre la violencia impregnaba el accionar del movimiento. Recuerda, además, que “la violencia [era] como el antivirus en este momento en la isla, era el clima, vivíamos un clima de violencia, todos teníamos una violencia dentro de nosotros. Esa violencia nos dominaba o la dirigíamos de acuerdo a nuestras posturas ideológicas” (2011).

Se postulaba entonces en el seno del movimiento una clara diferencación entre la injusta violencia de los opresores [y] la justa violencia de los oprimidos, distinción que no compartían todos los sacerdotes. De hecho, existían visiones mas moderadas, alternativas a la de violencia concebida como método o estrategia para la trasnformación social. Quizás el ejemplo más claro sea la idea de violencia de la luz de Mamerto Menapace, quien la definía como la presión que ejerce la verdad al manifestarse sobre quien no la acepta. Esa presión, decía, conmueve al opresor y puede llevarlo a aceptar la verdad, o bien a que agreda a quien la predica. Esa era para él la violencia de las sombras. La consecuencia de ponerse a la luz cuando las sombras andan sueltas es un peligro y, si alguien opta por esa violencia, lo más probable es que lo maten, afirmaba (Wornat, 2002:99).

Más allá del debate puramente teórico, muchos de los sacerdotes estaban, en palabras del Padre Mugica, más dispuestos a morir que a matar. Y efectivamente, el MSTM alcanzó a tener sus referentes y sus mártires, antes de disolverse acorralado por la represión policial y militar, de ser objeto de sospechas por parte de la jerarquía eclesiástica y también desgarrado por discrepancias internas. (Belach, 2001)



III. RESIGNIFICACIÓN, RECONSTRUCCIÓN Y REEVALUACIÓN


Hacia fines de los años setenta, se apuntó a matizar y precisar el discurso posconciliar a partir del cual, movimientos como el MSTM habían llegado a justificar la violencia de los oprimidos y a apoyar, directa o indirectamente, la revolución social o las organizaciones guerrilleras en América Latina. Aparece así, con Juan Pablo II como su mayor referente, una teología que busca reinterpretar los postulados del Vaticano II y despojarlos de toda radicalización: "La Evangelización de la Cultura".

EN 1979, La reunión del CELAM en Puebla es la expresión latinoamericana más importante de esta [nueva] corriente. En la misma se resignifican muchos de los postulados de Medellín, para restringir su alcance: se busca encauzar la opción por los pobres de los sacerdotes y alejarlos del activismo social; transformando a la Iglesia en el medio privilegiado para trabajar con los pobres. Asimismo, se vacía de sentido al término Liberación, que pasa a ser entendido en su tradicional sentido bíblico –despojada de cualquier connotación de índole socialista- como arrancar al hombre del pecado y de todo lo que el pecado engendra (Urquiza, 2006:13).

La idea era restringir la potencia y el alcance de las diferentes movimientos que se inspiraron en diferentes relecturas posconciliares. Se buscaba homogeneizar las interpretaciones y presentar una lectura uniforme. En palabras de Monseñor Laguna, la preocupación fundamental del Vaticano y de quienes se reunieron en Puebla era la forma en que muchos cristianos confundieron el compromiso político, con la acción evangelizadora (en Urquiza, 2006:14). Así, se rechazó de plano la violencia justa y la revolución como métodos para alcanzar la transformación social.

Asimismo, con el paso del tiempo y a la luz de las distancia histórica; muchos de los referentes del MSTM que aún siguen con vida, han reevaluado las elecciones que entonces realizaron. Nuevamente Elías Musse, preso político durante la última dictadura militar; reflexiona como conclusión de la entrevista sobre aquellos años, los errores, las elecciones:

"Creo que nos va a llevar tiempo poder sistematizar toda esta historia que, si...pasaron treinta años pero es bastante reciente tofavía. Es cierto también que cada vez que yo hablo de estos temas, hay dolores por los errores que uno cometio...yo hoy hay cosas que no haria o haria cosas distintas, pero en aquel momento...qué derecho tengo a juzgar! Me pregunto, bueno mi orientacion, la retomaria..." (2011).

Claro, la reevaluación se hizo en relación al método, al hecho de haberse involucrado en política y quizás de hasta haber legitimado el uso de la violencia. Por el contrario, muchos de los sacerdotes que por entonces optaron por los pobres, aún hoy siguen comprometidos de diferentes maneras, siendo la voz de los que no tienen voz.




CONCLUSIÓN


Las repercusiones de algunas de las ideas enarboladas por los curas tercermundistas perduran sin duda hasta nuestros días. A pesar de la reformulación de sus postulados y la relativización de sus principios; su impacto fue tan fuerte que se podría trazar una línea de continuidad entre aquel ferviente compromiso tercermundista católico, especialmente su opción preferencial por los pobres, y la tarea que en la actualidad llevan a cabo organizaciones de laicos y sacerdotes en el seno de la Iglesia católica. Como sostiene Mercedes Balech, la cruzada restauradora del Papa Juan Pablo II prácticamente erradicó de América Latina la "opción por los pobres", pero la Iglesia católica argentina reivindica hoy su protagonismo insistiendo en la gravedad de la situación social (2001).

Como tantos otros movimientos y organizaciones que protagonizaron aquellos años de deficiniones políticas y sociales, aún hoy algunas de las ideas y posiciones de quienes conformaran el heterogéneo grupo de tercermundistas católicos son reconfirmadas por diferentes movimientos en el seno de la Iglesia Católica. Fundamentalmente, la preocupación y el compromiso con los sectores postergados de la sociedad.










































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URQUIZA, Fernando Carlos: “Las Transformaciones de la Iglesia argentina: del Concilio Vaticano II a la recuperación democrática”[en línea]. Revista Electrónica Cartapacio de Derecho. ISSN:1850-0722, Vol 11,año 2006, Universidad Nacional del Centro.Argentina. Disponible en :http://www.cartapacio.edu.ar/ojs/index.php/ctp/article/view/950/781 [abril 2011]


WORNAT, Olga: “Nuestra Santa Madre: Historia Pública y Privada de la Iglesia Católica Argentina”, Ediciones B Argentina S.A., Grupo Z, Buenos Aires, 2002, ISBN:950-15-2209-1.



1Es preciso aclarar que el tercermundismo católico fue una constelación bastante más extendida hacia una red donde, además de los clérigos, participaban: grupos de cristianos radicalizados y nucleados en torno a la Revista Cristianismo y Revolución(1966-1971); [...] religiosas que se insertaron en villas miseria, barrios populares, movimientos campesinos, [...] laicos que actuaron como referentes pastorales, animadores culturales [y] alfabetizadores (Touris, 2010:133).

2Elías Musse adhirió al movimiento desde el inicio como representante de la Parroquia de Azul, Buenos Aires. El 25 de noviembre de 2010 la Secretaría de Culto de la Nación lo distinguió por su compromiso y trayectoria a favor de la defensa de la justicia social y los derechos humanos. Las citas se desprenden de una entrevista personal concedida por el Padre Musse a los fines del presente trabajo en Victoria, Entre Ríos, el día 21 de abril de 2011.