Publicación de los Ensayos de los Seminarios en el ISEN.

domenica 10 luglio 2011

Anclar el presente en un pasado viable: el rol de las políticas de redefinición identitaria en la cuádruple transición de las Repúblicas pos-soviética

SEMINARIO: RUSIA Y LAS REPÚBLICAS POS-SOVIÉTICAS1



Post-Soviet states are in the process of searching for

their “lost” history in the preimperial era in order to

confirm that they possess “golden eras” and a

workable past that can be used to legitimize

their newly independent states.


Taras Kuzio




INTRODUCCIÓN


Consecuencia de la implosión y el desmembramiento de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), el mapa político de la región se modificó considerablemente. En algunos casos, los países que debieron afrontar simultáneamente la transición hacia una economía de mercado y la democratización; no contaban con instituciones estatales muy sólidas y, en otros casos, heredaron conflictos étnicos-religiosos que dificultan aún más la transición. La complejidad de este fenómeno fue correctamente percibida por Taras Kuzio, quien estudia las transiciones de los estados pos-comunistas y propone un abordaje más amplio que el que ofrecen los análisis tradicionales sobre democratización en otras regiones del planeta. Según el autor, la especificidad de esos países obliga al analista a prestar especial atención a la necesidad de consolidar institucional y territorialmente el estado; así como también a la de definir la nacionalidad que legitimará esa nueva organización política.

En este trabajo, partirmos del supuesto de que el propósito del Estado es explicar y, a la vez, construir la nacionalidad en la sociedad por él regida. En esta tarea, fundamental para legitimar la dominación y consolidar las instituciones estatales, la Historia nacional constituye un instrumento fundamental. Es más, creemos que la política educativa es el vehículo privilegiado en la construcción y reafirmación de la identidad nacional de cualquier Estado moderno. Esto no significa que la Historia sea la única responsable en la construcción de las imágenes que nos formamos del mundo; pero sí que el relato histórico es un factor esencial en el proceso de socialización de los futuros ciudadanos, sobre todo, a través de la historia escolar. Esto se debe, fundamentalmente, a que la imagen que tenemos de los otros pueblos, y hasta de nosotros mismos, se asocia a la historia tal cual nos fue contada cuando éramos niños, [la cual] deja su marca en nosotros para toda la existencia (Traducción propia de Marc Ferro en Peres, 2002).

La URSS dejó un legado de múltiples y confusas identidades nacionalescompartidas y superpuestas entre los 15 países resultantes de su desmembramiento. Recordemos que después de la Segunda Guerra mundial, la política exerior de la URSS se concentró en la consolidación de su poder en el territorio que había 'liberado' de la ocupación nazi. Así, consecuencia de la victoria militar, Europa del Este pasó a ser parte de la zona de influencia soviética y objeto de un profundo proceso de sovietización que consistía en replicar exactamente las principales características del modelo soviético: desde la instauración de un sistema monopartidista hasta la planificación central de la economía y la industriaización basada en el desarrollo prioritario de la industria bélica. Además, para complementar el control territorial del Ejército Rojo, se impulsó un cambio radical de la estructura social de esos países. No sólo se le otorgó el monopolio político a ciertos grupos privilegiados y fieles al Kremlin, sino que también se llevó a cabo una política sistemática de rusificación (Zaslavsky, 2009: 140-141).

El objetivo del presente ensayo es analizar el rol que ha jugado la Historia en la reconfiguración de las identidades nacionales y la legitimación de los nuevos Estados en los diferentes países que surgieron del desmembramiento de la URSS. Como la intensidad y los efectos de las políticas de sovietización y rusificación varían según el caso, utilizaremos diferentes casos testigo a modo de ejemplificación y dividiremos, a grandes rasgos, a los países en dos grupos. Por un lado, repasaremos las políticas tendientes a redefinir la identidad nacional de países que heredaron un Estado consolidado, pero que fueron objeto de un profundo proceso de rusificación y asimilación en la antigua URSS. Y por otro, resaltaremos las ventajas para la transición de los Estados que heredaron estructuras estatales estables e identidades nacionales bien definidas.



HISTORIA Y NACIÓN


La importancia de reescribir las diferentes historias nacionales de los países que hasta 1991 se encontraba bajo la órbita del poder soviético, se comprende si recordamos que una nación se construye a partir de múltiples identidades que definen un 'nosotros', en contraposición a un otro-extranjero. Y que además, esa nación se expresa por medio de un denso simbolismo representado por la bandera y el himno nacionales, así como por una historia oficial que mitifica un pasado compartido y cohesivo y ensalza un 'nosotros' colectivo que debería prevalecer sobre las escisiones de la sociedad civil (O'Donnell,1985: 292).

La manera en que se narra esa Historia, influye en la forma en que los individuos construyen su auto-imagen, identifican los valores que comparten con el grupo de pertenencia; y establecen los aspectos que los diferencian de los otros (Beshara, 2007:4). En este relato, las imágenes que lo componen [...] no son neutras, no remiten de manera directa a realidades unívocas e incontrovertibles. Hay detrás de ellas ideas, o más exactamente una ideología, de la que no somos cabalmente conscientes (Romero, 2004:18).

Las políticas identitarias apuntan a anclar el presente en un pasado viable. De hecho, Kuzio argumenta que el pasado es construido desde la perspectiva, los deseos e intereses de quienes desean legitimar el nuevo Estado. Los manuales escolares de historia y las historiografía se fundan en mitos, sin los cuales la formación de una nueva identidad nacional que una a la población es imposible. Por eso, en el período pos-soviético, las identidades heredadas están bajo un profundo proceso de evaluación, cuestionamiento y redefinición. La mayor o menor intensidad de ese legado soviético respecto a las identidades, determina la trayectoria, la velocidad y el contenido de los proyectos de construcción estatal y nacional. En ese sentido, un aspecto central de la transición es la reescritura de la Historia. Cambiar el eje del relato impuesto por la URSS hacia uno verdaderamente nacional, es un paso fundamental para la consolidación del Estado nacional. El relato histórico, tiene una influencia directa sobre las identidades nacionales, especialmente, en los casos en los que la versión histórica previa es objetada por las nuevas autoridades (Kuzio, 2002: 246-248).



¿NATIVOS O ASIMILADOS?:


Como habíamos anticipado, en primer lugar, repasaremos las políticas tendientes a redefinir la identidad nacional de países que heredaron un Estado consolidado, pero que fueron objeto de un profundo proceso de rusificación y asimilación en la antigua URSS. En este grupo de países, la tarea fundamental es —además de reescribir la Historia a fin de recuperar la 'estima nacional'— definir el estatus de las minorías rusas 'transplantadas' a lo largo del período previo. De hecho, el dilema fundamental es quién será culturalmente dominate en los Estados recientemente independizados: ¿los nativos o los asimilados?. Este dilema debe ser resuelto, antes de encarar una política destinada a la redefinición identitaria, ya que ambos grupos suelen tener perspectivas diferentes sino opuestas sobre qué mitos construir la nación (Kuzio, 2002: 247-248). Esta cuestión es particularmente relevante en Ucrania, Moldavia, Kazajstán y Bielorrusia. Como veremos a continuación, tomando como caso testigo el primer país, el último constituye una excepción.

Al igual que Bielorrusia, la Federación rusa y la Federación del Cáucaso; Ucrania formó parte del nucleo inicial de la URSS desde su conformación en 1922. Como la política de asimilación y rusificación de ese país fue muy intensa, la redefinición identitaria y la reescritura de la historia desde una perspectiva nacional, constituyen dos políticas fundamentales para comprender el período pos-soviético y la transición ucraniana.

Desde la liberalización en la década del ochenta y, sobre todo, a partir de la caída de la URSS; los ucranianos comenzaron a revisar la historia pasada y a rescatar ciertos episodios largamente ignorados. Académicos de diferentes disciplinas comenzaron a desafiar los mitos soviéticos y a criticar la historiografía predominante hasta entonces. Además de cambiar las efemérides soviéticas, se reinterpretaron algunos episodios históricos esenciales para diferenciarse de Rusia y acercarse a Europa. En primer lugar, Ucrania reclama estar reconstruyendo su Estado sobre una historia milenaria que se remonta al Estado medieval de Kievan Rus, orígen del Estado ucraniano. Argumento absolutamente incompatible con la historiografía soviética o rusa que describe a ese estado como 'el primer Estado ruso'. Asimismo, la nueva historiografia ucraniana, busca pryectar una imagen del país como pacífico, tradicionalmente democrático y víctima de las incusiones extranjeras del pasado. Otro de los puntos revisados de la historiografía sovietica en los manuales escolares de Historia ucraniana, es el dominio zarista que comienza a ser descripto como un período negativo que llevó a la servidumbre y a las desnacionalización. De la misma manera, el periodo estalinista es relatado como un ataque directo al idioma, la cultura y las elites ucranianas. (Kuzio, 2002: 251-252).

En definitiva, Ukrainian legitima su existencia independiente desde la perspectiva historiográfica de su grupo étnico predominante: los ucranianos son considerados los titulares de la nación, más allá de la importante minoría de rusos que viven en el territorio.

A pesar de que la experiencia histórica bielorrusa en el contexto de la URSS es similar a la de Ucrania, el contenido de su política identitaria es diametralmente opuesto. A partir de la eleccion presidencial de Alyaksandr Lukashenka en 1994, Bielorrusia busca abiertamente reintegrarse a Rusia y, en consecuencia, su producción historiográfica trata positivamente el legado sovietico (Kuzio, 2002: 407). La singularidad de este país reside en que la enseñanza de la historia valora positivamente el paneslavismo, el ruso como lengua culta y las raíces soviéticas del Estado; y apunta a minimizar las diferencias entre bielorrusos y rusos. En conclusión, el pasaje de este país es diferente, fundamentalmente, porque se optó por el proyecto de construcción de Estado y nacionalidad de los asimilados (Kuzio, 2002:259)



VENTAJAS DE UNA IDENTIDAD NACIONAL DEFINIDA

Los Estados que heredaron estructuras estatales consolidadas e identidades nacionales bien definidas gozaron, sin duda, de mayores ventajas en la transición pos-soviética. De hecho, la movilización nacionalista contra el comunismo fue mayor en aquellas regiones donde la identidad nacional era mas sólida: Letonia, Lituania, Estonia y Polonia. En consecuencia, estos países siguieron patrones de transición similares a los países del sur de Europa, lograron romper rápidamente con el pasado soviético y agilizar las reformas económica y política (Kuzio, 2001:172).

Analicemos, a modo de ejemplo, la experiencia histórica de los tres Estados bálticos. Éstos heredaron una larga y sólida tradición de estatidad y sus naciones titulares no estaban tan divididas como las sociedades de los países anteriormente mencionados, a pesar de haber sido también expuestos a procesos de rusificación y haber heredado amplias monorías rusoparlantes (Kuzio, 2001:171).

Para entender las razones por las que la identidad nacional en esos países estaba mejor definida, debemos recordar —como argumenta Walter Clemens— que antes de la Independencia, las amenzas externas a la existencia misma de esos países, reforzó la auto-consciencia, y las identidades política y cultura de los bálticos (1994:186). Asimismo, estas repúblicas presentan una singularidad fundamental respecto a las de Europa central: la URSS no las 'liberó” de la ocupación nazi. Al contrario, fueron sometidas y anexadas por la fuerza al bloque soviético.

No obstante la imposición de una Historia oficial comunista y la promoción estatal de una memoria colectiva basada en la imagen de la hermandad soviética; en la esfera privada y la memoria familiar o individual, persistieron imagenes paralelas que se fundaban en los ataques a sus valores culturales, en la pérdida de estatidad e independencia, y en el sometimiento, el sufriemiento y el terror bajo el estalinismo. Este paralelismo se volvió evidente a medida que la censura y la represión se relajaron en los países bálticos y —con la implosión de la URSS y la consecuente independencia— fue sobre esa memoria privada que se comenzó a reconstruir la identidad nacional. Así, las políticas educativas, lingüísticas e identitarias se forjaron a partir de esa noción histórica de continuidad estatal bajo la ocupación ilegal de la URSS. Asimismo, la investigación histórica, los eventos públicos conmemorativos, los nuevos manuales escolares, los actos simbólicos y hasta el discurso polítco se impregnaron de esa memoria colectiva predominante en los tres países bálticos (Onken,2007:31-34).

En definitiva, las ventajas de estos países en la transición pos-soviética; se fundan en su propia experiencia histórica, menos dependiente y más renuente a ser parte de la URSS.



RUSIA


Creemos reelevante mencionar el caso específico de Rusia en el tema que nos preocupa; ya que ésta por su singularidad de sucesora directa de la URSS— presenta especficidades muy interesantes para el análisis del rol de la Historia en la redefinición identitaria de las naciones.

Una de las diferencias más evidentes, es que en los años de transición, en Rusia no surge esa solidaridad social característica de la mayoría de los Estados del Este de Europa quienes se sentían estar escapando de Moscú en busca de la autodeterminación. El desafío de redefinir la identidad rusa después del colapso de la URSS es aún más complejo porque no se puede definir en contraposición a un otro, diferente. Esto se debe a que, por un lado adopta el modelo de organización predominante en occidente; y por otro, a que sufre la pérdida de prestigo e influencia ante la reducción de su territorio y su esfera de poder. Además, el redimensionamiento y la resignificación de su identidad implicó, para muchos rusos, aceptar que bajo las nuevas circunstancias, su vida nacional y su memoria colectiva se convertían en obsoletas. Esto implicaba aceptar, desde entonces, una idea tan inconcebible como, por ejemplo, considerar a sus parientes y amigos ucranianos, como extranjeros. Asimismo, los héroes revolucionarios fueron destronados y se glorificaron valores ajenos a la historia rusa como la democracia, la propiedad privada y los derechos individuales (Volodina, 2005:181-184).

Finalmente, esa historiografía ajena a la experiencia histórica rusa, provocó profundas reacciones en la sociedad, que ya estaba cansada del sentimiento de culpa e inferioridad. Entonces, se despertó un profundo interés por la historia nacional, se revisó nuevamente la Historia oficial y las políticas identitarias apuntaron a que los propios ciudadanos desarrollaran un pensamiento crítico para cuestionar el pasado y comprender la complejidad del presente (Volodina, 2005:184).



CONCLUSIONES



El sentido final de estudiar los problemas que se presentaron a la hora de buscar integrar las diferentes comunidades y de redefinir las identidades nacionales, es comprender la complejidad de lo que Taras Kuzio llama la cuádruple transición en la región y los diversos desafíos que esto presenta para el funcionamiento de un regímen democrático estable. Ya que ésto requiere, mínimamente, que haya consenso respecto a ciertos valores y creencias que unifiquen la comunidad

Como vimos, las mayoría de las repúblicas pos-soviéticas han encarado el largo y compejo camino hacia la redefinición identitaria a través, principalmente, de la reescritura y revisión de la historia soviética. Ésto constituye una herramienta fundamental en las transiciones, ya que permite la legitimación de un Estado que en muchos casos también debe consolidarse.

En definitiva, al igual que cualquier otro Estado moderno, los países pos-soviéticos se enfrentan al desafío de elegir ciertos valores para fomentar la solidaridad en una sociedad diferenciada y los mitos para glorificar un pasado común; a fin de justificar la existencia independiente en el presente y forjar un destino común para su nación.



BIBLIOGRAFÍA


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1Dictado por la Dra. Graciela Zubelzú a los becarios de 1°año del Instituto del Servicio Exterior de la Nación (ISEN) entre el 4 de mayo y el 15 de junio de 2011.

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